Nos cuenta Natacha Lillo(1) que a partir de 1945, cuando se acabó el conflicto en Francia, el paso clandestino por los Pirineos fue aumentando progresivamente: se trataba, a veces, de exiliados por razones políticas, pero cada vez más de emigrantes que no conseguían sobrevivir en la España de la autarquía, de la miseria y del hambre. Desde 1956 empezó a reanudarse el flujo migratorio hacia Francia y el número de salidas se disparó a partir de 1960, como consecuencia directa del Plan de estabilización de 1959.
Dice esta autora que quizá la novedad más importante de la emigración hacia Francia de los Treinta Gloriosos (1945-1973) fue la importante presencia de mujeres solas, que vinieron para trabajar en el servicio doméstico, como criadas. Mientras que durante el entreguerras, las mujeres emigraban siempre acompañadas de sus padres, maridos o hermanos, ahora muchas se fueron solas o con una hermana o una prima. Los años 1960 fueron la gran época de las «chachas » españolas, y hasta se publicaron varios manuales de este tipo ¿Cómo hacerse entender por su criada española? Hay que notar que en los años 1960 y 1970, el porcentaje de mujeres españolas activas era más alto en Francia que en España.
Explica Ana Fernández(2) que en 1968 el 47 por ciento de las inmigrantes españolas en Francia trabajaban en el servicio doméstico. En la industria lo hacían el 22 por ciento. A su vez, en otro tipo de servicios trabajaban el 10 por ciento. Se trataba de servicios de baja cualificación y carácter tradicional, como la hostelería o el comercio.
Así fueron varias mujeres jóvenes del Valle de Erro a Francia a trabajar en el Servicio doméstico. Algunas pasaron varios años otras apenas un año pero todas prácticamente con el ánimo de ahorrar y retornar a casa.
A principios de los años 60 estaba de moda trabajar en Francia porque se ganaba más dinero así que algunas mujeres muy jóvenes se iban a París, con pasaporte turístico para tres meses. En ese tiempo empezaban a trabajar en el servicio doméstico y sacaban la carta de la Seguridad Social y la carta de trabajo del consulado.
En general se ocupaban de tareas domésticas y servicio o de la cocina o del cuidado de los hijos e hijas de los patrones.
Muchas de ellas se alojaban en los edificios de los señores de forma segregada, por lo general en el último piso, en las "Chambres de bonnes", habitaciones de tamaño reducido, con el WC y la salida de agua en el pasillo habitualmente, aunque había otras opciones también.
Muy pocas erroibartarras se quedaron en Francia, la gran mayoría retornó pronto, caso de aquellas que iban para un año o poco más, o de aquellas otras que llegaron a estar más años, hasta diez, pero que retornan para casarse y seguir su vida de otra manera.
Proyecto: GUARDEMOS NUESTRA HISTORIA: Las “francesas” de Erroibar
Este año, gracias al Gobierno de Navarra en su convocatoria de ayudas Sustraiak/Raices para proyectos de patrimonio cultural inmaterial hemos hecho varias recogidas de testimonios a mujeres del Valle de Erro que estuvieron trabajando en Francia.
Lo hemos hecho por medio del proyecto Behin batean de la Asociación junior empresa Gamma de Irun. Este proyecto consiste en recoger las vivencias personales de los y las mayores, preservándolo y poniéndolo en valor.
Ya tenemos material recogido y una parte preparado para exposición.
Esperamos que en un futuro cercano podamos mostrar las vivencias de esas mujeres del valle que se fueron a trabajar a Francia y darle la visibilidad y el valor que merece.
(1) Lillo Natacha. (2009) La emigración española a Francia a lo largo del siglo XX. Entre la “perfecta integración“ y el retorno. Un siglo de inmigración española en Francia.
(2) Fernández Asperilla Ana. (2009) “Trayectorias laborales de las mujeres españolas emigradas en Francia”. Un siglo de inmigración española en Francia.
Un siglo de inmigración española en Francia: DIALNET
Con la ayuda del Gobierno de Navarra.