2017/06/12

LINTZOAIN-LOS DESCONOCIDOS ENTERRADOS EN EL CEMENTERIO



Este sábado, 10 de junio, técnicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi exhumaron los cuerpos de dos hombres en el cementerio de Lintzoain (Valle de Erro-Erroibar) finalizando así los trabajos de excavación que habían comenzado el miércoles anterior.
Aunque realmente todo empezó en marzo de 2014 cuando Fermín Ezkieta, autor del libro “Los fugados del Fuerte de Ezkaba” tuvo noticia, a través de Elutseder, de que había dos personas, que había sido fusiladas durante la Guerra Civil, enterradas en el cementerio de Lintzoain y de que aún había testigos directos e indirectos de los hechos.

LOS TESTIMONIOS
Uno de los testigos directos es uno de los monaguillos, entonces de 11 años de edad, que asistieron al sacerdote oficiante en el enterramiento y esta es la historia que nos cuenta, de lo que vio y le contaron, sobre el apresamiento, muerte y entierro de estas dos personas:
Al parecer estos dos hombres iban río arriba hacia Francia por indicación de algún lugareño pero al llegar a cierto punto, a la altura del encuentro del rio Erro/Sorogain con la regata de Odia según decían algunos, se perdieron y optaron por volver sobre sus pasos, llegando al término de Lintzoain en el paraje de Oianeder, donde algún paisano los vio y dio parte a los soldados.

Los hombres se escondieron entre los arbustos y hojarasca cerca de la regata y cuando parecía que los soldados no iban a verlos, alguno de los últimos, que pasaban junto a ellos, alcanzó a ver el pié de uno, apresándolos de inmediato.

Al parecer, los soldados los entregaron a la Guardia Civil y fue un mando de esta quien determinó fusilarlos.

Según nos relata el monaguillo, entonces contaron que uno de los hombres era Vizcaíno y que solo uno de ellos quiso confesarse, no así el otro. Les asistió el cura párroco de Lintzoain, Don Joaquín, que ese mismo día, domingo, en el sermón les dijo a sus feligreses que estaba contento porque la víspera estuvo a punto de tocarle asistir a otro hombre apresado y también fusilado en Erro pero se libró a última hora al llegar el párroco de ese pueblo y encargarse de ello.

¡Qué poco imaginaba que poco rato después de la misa, al mediodía, tendría que salir rápidamente hacia Oianeder para asistir a los recién capturados antes de que les dieran muerte!

La noticia corrió rápida y a ese lugar se acercó gente de Bizkarreta, de Lintzoain, de Erro y tal vez de otros pueblos para ver el fusilamiento pero no les dejaron acceder a Oianeder quedandose en la carretera, cerca de allí. La distancia no les impidió escuchar con claridad 3 disparos: el tercero en la cabeza de uno de ellos ya que, según contaban, no había muerto de inmediato.

Allí quedaron los cuerpos, no sabemos bajo qué custodia, hasta que al anochecer fueron a por ellos vecinos de Lintzoain, los depositaron en unas escaleras para poder transportarlos al cementerio y los taparon con sábanas de las de acarrear la hierba a los pajares.

Fueron los mismos Lintzoaindarras quienes les acompañaron en ese camino y en su enterramiento en el cementerio.
Y ahí quedaron, era el 5 de junio de 1938. Ahí y en la memoria de quienes lo vieron y no se lo guardaron transmitiéndolo a otros después.

LA EXHUMACIÓN
Este sábado estuvimos en el cementerio de Lintzoain y pudimos observar el meticuloso trabajo de los técnicos, hombres y mujeres, de la S.C. Aranzadi.
Los cuerpos estaban enterrados según se entra en el cementerio y nada más bajar las escaleras, a la izquierda, bien pegados a los muros exteriores.

En el lugar, hoy bastante profundo, se observaban los restos de dos individuos, uno junto al otro.
 
Uno de ellos parecía tener las manos con los dedos entrelazados y el otro, por la posición parecía que las tenía atadas.
Se halló un proyectil calibre 22, varios botones de chaqueta y de camisa así como algunos objetos metálicos (alguna hebilla o similar) y también los restos de la suela de una alpargata en uno de los pies. 
Son pequeños objetos que pueden dar pistas sobre su identidad o sobre la veracidad de los relatos sobre su muerte que nos han llegado hasta hoy.
También se encontró la evidencia de un disparo en la cabeza en uno de los individuos. En la foto se puede ver el orificio, producido por un proyectil calibre 22 como el de la bala hallada.
Finalmente quedó la fosa vacía con la esperanza de hallar pistas, en los huesos o en los libros, para lograr identificar a estas dos personas.